Préjano es una villa, localidad y municipio de la Rioja Baja, en la comunidad autónoma de La Rioja, España. Se encuentra en la margen izquierda del río Ruesca, afluente del Cidacos. Fue un antiguo pueblo minero, hoy en día sus habitantes se mantienen gracias a la agricultura y la industria de la cercana capital de la comarca: Arnedo.
Lugares de interés
- Castillo de Préjano. Datado del siglo XV, es una torre fuerte pentagonal reforzada por muros en talud.
- Trujal: es el más antiguo trujal de La Rioja, todavía en uso por la cooperativa local. Sigue usando el sistema tradicional de decantación. Se puede visitar al cierre de la temporada, en enero en el conocido como día de las pingadas, en el que aparte de visitar el trujal se degusta este plato típico a base de pan, aceite y azúcar.
Entorno privilegiado declarado Reserva de la Biosfera en el año 2003,
Dentro de los alrededores encontramos bellísimos paisajes que incluyen montes, el río con poblaciones de nutrias y castores, el Mirador del Buitre, la ruta de las ermitas, cuevas-eremitorios de la Edad Media, yacimientos de huellas de dinosaurios, preciosos hayedos, aguas termales y otros espacios naturales.
Se puede caminar hasta Arnedillo por la Vía Verde del Cidacos que pasa al lado de la hospedería, llegando a las pozas de aguas termales que hay en el río, al balneario y al centro del pueblo, donde se nos ofrece una oferta gastronómica variada para comer o para tomar unos vinos o pinchos.
La Peña Isasa, Peñalmonte y las Peñas de Arnedillo forman parte de la Red Natura 2000 y están declaradas Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Naturaleza
La vía verde de Préjano: es un ramal de la vía verde del Cidacos, aprovecha el trayecto utilizado por el ferrocarril para transportar el carbón.
La Cascada de Santuste: una cascada situada cerca de fuente amarga, un yacimiento en el que se encontraron 300 huesos de un Prejanopterus. El agua de la cascada proviene del Río Ruesca
Icnitas
Durante el periodo Cretácico inferior formó parte de una llanura encharcada que se desecaba periódicamente, dejando atrás zonas fangosas en las que las huellas de dinosaurio quedaban marcadas a su paso. Con el tiempo éstas se secaban y cubrían con nuevos sedimentos cuyo peso prensaba las capas inferiores, haciéndolas solidificar en rocas con el paso de millones de años. La erosión ha ido desgastando las capas superiores haciendo visibles muchas de estas formaciones rocosas, permitiendo observar las icnitas.